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Juan Pérez Gargallo

EL TÍO DOMINGO

EL TÍO DOMINGO

Siempre que en mi casa se habla de la naturaleza, de los bosques y de los montes o de los incendios,  cualquiera de mis padres acaba nombrando a Domingo Esteban.     Domingo Esteban Tenas, era amigo de ellos cuando vivían en Zuera  y  un hombre muy bueno al que muchos de los hijos de sus amigos llamábamos “el tío Domingo”.    

 

El tío Domingo dedicaba todo su tiempo libre a hacer cosas buenas para los demás, para su pueblo y sobre todo para las  generaciones que nacerían después, cuando el ya no estuviese aquí, con su familia y con su gente.  El trabajo con el que ganaba dinero para vivir era de  albañil, pero luego trabajaba en todos los sitios que hacía falta y siempre gratis: en la asociación de vecinos, en el sindicato...  

 

Hace muchos años, en el siglo pasado, cuando mis padres eran casi niños, hubo un incendio grande en Zuera y el tío Domingo sintió la pena de no haber podido hacer casi nada para impedirlo. Volvió a su casa muy triste, pero convencido de que aquella zona recién quemada había que volver a llenarla de árboles. Se encontró con problemas porque el ayuntamiento no estaba de acuerdo,  porque como había elecciones, quería dar la tierra a los agricultores para conseguir más votos.  Domingo creía que si se daban las tierras quemadas a los agricultores, cada vez habría más incendios, así que se puso  a trabajar en el corralico,  junto a su casa y allí fue poniendo las primeras plantas: 2.000 pinos piñoneros cada año.

 

El tío Domingo se jubiló en 1993, ocho años antes de que yo naciera y a partir de ese año decidió aumentar la cantidad de planteros, así como la de variedades: pino carrasco, encinas, sabinas...     Domingo dedicó once años de su vida a la repoblación de los montes, sobre todo al de Zuera, y con grupos de voluntarios, asociaciones e incluso colegios organizó muchísimos días de plantación.  

 

En el año 2000, la DGA le dio el premio de Medio Ambiente como agradecimiento a todo lo que había hecho y el tío Domingo compró con ese dinero una furgoneta para poder seguir saliendo al monte hasta que un día del año 2004 se le paró aquel corazón tan grande con el que nos quiso a todos.

 

                           Juan Pérez Gargallo

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